Por Naiara Álvaro
Marian Tristán es la responsable de Coordinación y Comunicación en el Museo Escolar de Pusol, un proyecto que pretende acercar el aprendizaje de oficios y tradiciones al currículum educativo.
Hablamos por teléfono sobre la importancia de la labor del Museo Escolar de Pusol en la difusión del patrimonio cultural, para incluirlo como un ejemplo de buenas prácticas en el estudio sobre Comunicación y Patrimonio que estamos realizando.
El Museo Escolar de Pusol permite una colaboración y participación activa por parte de los estudiantes. En vuestra experiencia, ¿qué beneficios ha generado este tipo de comunicación del patrimonio?
En primer lugar, sin esa participación del alumnado con respecto al museo, el proyecto educativo hoy en día no sería lo que es, y además no estaría reconocido por la UNESCO, por la salvaguarda del patrimonio inmaterial.
Es un beneficio constante en cuanto a que el alumnado forma parte del museo y de la gestión del mismo. Además, no sólo el alumnado, sino que toda la comunidad vecinal, la comunidad educativa, socios, socias, mecenas y demás. Es un gran entramado, una gran red de participación recíproca, que es como se sustenta hoy el proyecto, en los tres ejes fundamentales: colegio, comunidad y museo.
Entonces, ¿qué beneficios tiene? Por ejemplo, la actividad de la guía del museo que ejerce el alumnado del colegio, esa comunicación que hace el alumnado a otros niños y niñas de otros colegios que vienen a visitarnos, hacen esa comunicación entre niños y niñas. Es una experiencia patrimonial genial, porque la comunicación es de tú a tú, por así decir, del mismo nivel. Luego está la experiencia activa de los talleres y siempre el feedback y la comunicación constante, como decía, con la comunidad vecinal y la comunidad educativa.
¿Cómo complementan las actividades del museo los contenidos curriculares de la escuela?
Lógicamente al ser un colegio público, un colegio que depende de la consellería, ellos tienen sus asignaturas troncales, eso es inamovible. Entonces, luego ellos tienen una educación complementaria patrimonial con una serie de actividades que desarrollamos de carácter anual, en el curso escolar, por decir así, que son la guía del museo, los talleres de repostería, los talleres de conservación, etc.
En esos casos del día a día nosotros gestionamos un calendario con el profesorado para poder sacar del aula a esos alumnos o alumnas en el mejor momento del día, para hacer así el taller, para ensayar la guía del museo o para hacer directamente la guía del museo si hubiese visita. Entonces, ese es el complemento educativo.
Luego no solo eso, sino que el profesorado hace uso del museo dentro del aula, ya sea desplazando piezas dentro del aula o el alumnado saliendo al museo, porque estamos pegados. También se hace uso, como digo, del museo en las asignaturas curriculares normales. Salen al huerto, a lo mejor para la asignatura de ciencias naturales o incluso hacen uso de él para matemáticas. Es como digo, en definitiva, hacer uso del entorno inmediato para el aprendizaje, tanto curricular como no curricular.
¿Consideráis que involucrar directamente a la juventud en los procesos de documentación permite que tengan una mayor concienciación hacia el patrimonio inmaterial?
Así es, ellos y ellas se sienten muy orgullosos de aprender estas cosas en el museo, luego las transmiten en casa, en sus familias y luego recibimos ese feedback de las familias, tanto de las familias del alumnado propio de este colegio, como de los otros colegios que vienen a visitarnos. Ellos y ellas transmiten en casa lo que han aprendido y lo que han visto, y luego nosotros recibimos visitas, por otro lado, de sus familiares.
En cuanto a fuera de esto, la juventud del voluntariado que viene o del alumnado en prácticas también contribuye a esa concienciación, por así decir, de las nuevas generaciones.
La experiencia del museo permite vivir el patrimonio, conociendo la vida doméstica, los oficios, el ocio, etc. tradicionales de la zona. ¿Consideráis que esto favorece la protección de la cultura y el patrimonio tradicional de Elche?
Consideramos que sí, además lo tenemos evidenciado, porque después de tantos años desde que empezó el proyecto, nosotros a día de hoy, día tras día seguimos teniendo donaciones.
Después de tantos años hemos conseguido llegar a la conciencia de cada ilicitano e ilicitana, porque las donaciones son sobre todo locales. Cuando van a deshacerse de esas cosas, no se deshacen tirándolas, sino que las traen aquí, las traen al museo, las traen a Pusol. Entonces, creemos que sí que hemos despertado esa protección del patrimonio, esa conciencia a dar valor del patrimonio.
¿Os gustaría añadir algo más?
Es el concienciar desde los más pequeños y pequeñas, para las nuevas generaciones, desde los niños y las niñas, para que continúen valorando y poniendo en valor el patrimonio cercano, y qué mejor que empezar por tu patrimonio, el patrimonio de tu entorno: te sientes más identificado, son tus raíces, es tu identidad.
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