La actividad industrial en torno al Nervión fue inmensa a principios del siglo XX. Una de las grandes actividades fue el transporte del mineral de hierro por la Ría. Ese mineral de hierro que salía de las minas de Bizkaia, como por ejemplo la Mina de Bodovalle, iba a países como Francia, Alemania, Grecia, Suecia o, Reino Unido para saciar de esta materia prima a las siderurgias europeas.
Para facilitar el transporte del mineral de hierro por la Ría, se hicieron todo tipo de instalaciones y comunicaciones para mover las grandes cantidades de mineral desde las minas a los barcos. Uno de los elementos más particulares que se construyeron fueron los cargaderos en la Ría, los cuales ayudaban en la carga-descarga del mineral desde las vías ferroviarias a la cubierta de los barcos.
A día de hoy, de todos los cargaderos de mineral que hubo en la Ría de Bilbao sólo quedan dos: el de la Sdad. Franco-Belga y el de la Cía Orconera. La compañía siderúrgica Orconera Iron Ore se creó en 1873 en Londres de la mano de Ibarra Hermanos y Cia, los ingleses Dowlais Iron Company y Consett Iron Company Limited y la alemana Krupp. Fue una de las compañías siderúrgicas más importantes en Europa, llegando a producir más de la quinta parte del hierro de la Cuenca Minera Vizcaína. Debido a la necesidad de transportar esa gran cantidad de mineral de hierro al puerto para su comercialización, en 1877 se creó el ferrocarril de la Orconera. Junto con el ferrocarril, se creó el Cargadero de la Orconera para solucionar el problema de desnivel entre la altura de la vía del ferrocarril y la cubierta de los barcos de carga. En un principio el cargadero se construyó con madera, pero en 1930 decidieron reconstruirlo, esta vez con metal para que pudiera cargar más peso.
En 1951 Altos Hornos de Vizcaya adquirió el cargadero, pero en 1974 volvió a cambiar de propietario. Esta vez el cargadero fue adquirido por Plastificantes de Lutxana que lo utilizó hasta 2007 como soporte para la carga-descarga de productos líquidos químicos. Tras la demolición en 2008 de la empresa química, el cargadero se mantiene como recuerdo de la gran industrialización que vivió Bizkaia en el último siglo.
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